-fragmento-
Nuevamente el recuerdo de aquel beso espontáneo y las alborotadas hebras
resistiendo la velocidad del viento,
mientras las yemas de los dedos estampan sus huellas
en la desnudez de habitaciones sin cortinas, y dos pares de pies se asoman
por debajo de las sábanas blancas. Al margen de esa misma cama,
tu maleta semi-llena, compartiendo la solitud de los cactos.
Hace unas temporadas que envío postales sin remitente,
desde lugares a los que sé, nunca regresaré, y recuerdo
tu gato amarillo en la ventana, la que usábamos de puerta
cuando éramos pequeños. Si hubo coleccionistas fuimos nosotros
almacenando cada objeto que contara nuestra historia,
los que amontonamos en cajas de zapatos
hasta esa vez que las paredes vociferaron ¡basta!
Más lejos que nunca de casa, ahora podemos ser cualquier cosa.